sábado, 20 de octubre de 2012

Mayahuel, la diosa pulquera


Por: Ana G. Valenzuela Zapata y Marie-Sarita Gaytán*
La Jornada Ciencias
El género Agave es el más numeroso de la familia Agavaceae, originaria de México y con usos ancestrales.  Las diversas especies han sido usadas para la obtención de fibras, jugos derivados del raspado de tallos (aguamiel-pulque) y alimentos dulces de tallos y hojas (cabezas-piñas) tatemadas.  De estos últimos se derivaron los mezcales, bebidas destiladas de alta concentración alcohólica, después de la conquista.  Los usos de agaves pulqueros (magueyes) del centro de México, en una zona templada óptima para el crecimiento de este tipo de especies fueron domesticados gracias a sus características de suculencia, para aguamiel, pulque y fibras.   
Desafortunadamente, el mito de Mayahuel (diosa del maguey pulquero) se tomó para los agaves mezcaleros del occidente de México, de los cuales es imposible extraer jugos de las hojas y menos raspar sus tallos.  Por lo tanto, la Mayahuel para el tequila carece de evidencias históricas, de lógica y de fundamentos.  Sin embargo, fue tomado por los industriales del tequila del decenio de los setentas (siglo XX), para apoyar la relación ancestral indígena del tequila y a falta de otras investigaciones arqueológicas e históricas en la región: Mayahuel se instaló en la historia tequilera. 
Esta intención de ubicar a Mayahuel en la historia del tequila, proviene de entre varias necesidades mercadológicas, de vacios de información.  Por ejemplo, pocas investigaciones arqueológicas e históricas en el occidente de México que actualmente se han intensificado en los Guachimontones y segunda la baja indagación sobre las diferencias entre las plantas del género Agave, numeroso y de usos totalmente especializados según grupos y regiones. 
Una tercera posibilidad se debe a la necesidad de hacer una salida pragmática para los curiosos fans y la publicidad del tequila y afianzar una idea de larga tradición del uso del agave azul para una bebida alcohólica con una deidad ex professo construida por los aztecas, sin mencionar los casos de los códices zapotecas. 
Con ello, se confunden las historias del tequila y el pulque, las especies de agave y por otra parte se margina al aguamiel de su verdadera historia y de su posición inicial como bebida mexicana por excelencia.
Mayahuel madre lactante
Según la leyenda, una noche Ehécatl-Quetzalcóatl, el viento cósmico, viajó al cielo para visitar a la joven virgen, Mayahuel. Mientras dormía Mayahuel a lado de sus dos hermanas y abuela (una Tzitzimime o demonio de estrellas), Quetzalcóatl le susurró al oído y le convenció a bajar a la tierra para convertirse juntos en un árbol de dos ramas. Cuando se despertó su abuela y vio que Mayahuel ya no estaba, viajó a la tierra con un grupo de demonios para encontrar a su nieta. Al encontrar el árbol donde se habían unido la pareja, la abuela de Mayahuel rompió las ramas y se la dio a los demonios para comer.  Después de irse, Quetzalcóatl rescató unos restos del cuerpo de Mayahuel y los quemó.  De estos restos creció el primer agave.  Los huesos de Mayahuel botánicamente pueden referirse a los rizomas, tallos modificados subterráneos que quedan bajo el suelo y aun cuando las plantas madres son cosechadas o terminan su ciclo, de estos órganos emergen nuevos vástagos.
Como una diosa lunar, a Mayahuel se le representa con 400 tetas que usa para nutrir a los humanos con su blanco pulque lechoso.  En las culturas indígenas, el patrimonio celestial del agave está asociado con "lo femenino, la fecundad, el agua, la lluvia, la vegetación y sus ciclos".  El Agave, siendo una planta formada durante el encuentro terrestre de una diosa fue celebrado como la parte terrestre del símbolo de la luna. La luna y su relación con el agave desempeñaron un papel importante para las civilizaciones Mesoamericanas. Benítez (2000) lo describe así:
Al apoderarse los indios de a las virtudes de la luna como sus propias virtudes, construyeron un modelo que constituía el patrón de donde se derivaba toda acción humana trascendente... Los poderes sagrados de la luna hallaron su perfecta expresión en el maguey (agave).
Incluso el nombre “México” viene del Náhuatl, metzli (luna) y xictli (ombligo) y co (lugar). Sin embargo, algunos han sugerido vínculos etimológicos aún más fuertes, diciéndo que “México” viene de la palabra Náhuatl Me xixtl co, donde Metl se refiere directamente a la asociación del maguey con la luna.  Entonces, dependiendo de la fuente, México significa o “Lugar en el ombligo de la luna” o “lugar en el ombligo del maguey”.
Historia adulterada de Mayahuel en el tequila
En resumen, la historia de Mayahuel ha sido bien explotada e insertada en la cultura tequilera, como la contraparte del ideal femenino-masculino.  La Muestra de Cine Internacional en Guadalajara establecida en las últimas dos décadas por la Universidad de Guadalajara, ha incurrido en la misma simbología con el premio Mayahuel para la mejor película del festival y la Academia Nacional del Tequila también tiene un premio “Mayahuel” para los mejores tequilas del año.  Más allá del mito de la diosa lactante sin vinculación con el tequila, que nació como una necesidad de integrar lo indígena-femenino al imaginario mestizo-masculino.
Junto con el mariachi y los charros, el tequila es unos de los productos e íconos mexicanos más reconocido en el mercado mundial. Sin embargo, en los dos primeros ejemplos de íconos mexicanos, contamos con presencia femenina indiscutible, mariachis de y con mujeres y escaramuzas. ¿Donde están las mujeres del tequila? 
Desde el 2006 realizamos una investigación que busca responder a esta pregunta al documentar la participación de mujeres en la cultura e industria del tequila, destacando sus persistentes contribuciones a uno de los productos más importantes de México. Aunque académicos, inclusive biólogos, economistas, historiadores y sociólogos han descrito los orígenes del tequila y su significado en la sociedad mexicana, aún no se ha escrito sobre el papel de las mujeres en la evolución y desarrollo de la cultura e industria del tequila. De hecho, es tan común no mencionar la participación de mujeres en el entorno de tequila que una de las publicaciones más importantes sobre el tema se titula, La historia del tequila, de sus regiones y sus hombres (Luna, 1991) que les omite por completo. Nuestro trabajo busca interrumpir esta narrativa.
A partir del mito de Mayahuel, la diosa del maguey pulquero se ha explotado una imagen y una leyenda acerca del agave azul y el tequila: ella, lo femenino, es la planta, y él, lo masculino, es el tequila. Entonces, como muchas historias sobre la nación mexicana, el mito de Mayahuel funciona como una metáfora que enfatiza al papel de mujeres como “madre” o parte esencial de la naturaleza. Además, el papel mítico de Mayahuel demuestra una paradoja en la representación de mujeres: están imprescindibles en el patrimonio cultural de la industria, pero están en los márgenes de la evolución y organización de la industria actualmente. Como consecuencia, la invisibilidad de las mujeres les despoja de su desempeño y promueve una memoria colectiva de tequila y la nación en sí, pero más masculinizada.
*Investigadoras de la Universidad de Guadalajara y la Universidad de California, Santa Cruz.

Mayahuel: avatar de Tlazolteotl

Mayaguel es avatar de Tlazolteotl, “la anuncia”, por lo que en el temazcal, en el útero que conecta el tlexico u ómbligo de fuego, con la boca de entrada del temazcal, en ese espacio se coloca a una tortuga, recordandonos a Mayaguel, la Diosa de los cuatrocientos pechos, la que amamanta la vía láctea.
Todos estos conceptos son congruentes, tienen conectividad, la armonía misma de la naturaleza.
Lolita Vargas Malinalticitl
Para mayor información, buscar el tema de Mayahuel 
por la maestra Ma. de los Angeles Ojeda
 
Mayahuel
Foto: Fig. 9
La fertilidad exuberante y la opulencia relacionadas con la plenitud vital que resalta y amplifica la vida, tanto la humana como la agrícola, también tuvo su modelo divino. Corresponde al campo de acción de Mayahuel, “la de la planta del maguey” tales propiedades. De esta madre arquetípica se dice que tenía 400 pechos -innumerables- con los que simbolizaba su poder nutritivo, por lo cual los dioses la transformaron en maguey a causa de su fertilidad(51). Del poder que tenía para reproducir la vida y aumentarla.
Su principal elemento iconográfico es la planta del maguey en plena inflorescencia. En la mayoría de sus imágenes la diosa está dentro de la planta o al lado de ella; y como avatar de Tlazolteotl aparece en la lámina 9 del Códice Laud (fig. 9) con pechos plenos, las piernas abiertas en posición de parto y sentada sobre una tortuga; en este caso se califica como Ayopechtli “la que tiene su asiento o sede sobre la tortuga”; que en el contexto mexica fue la protectora del parto, “de los vientres maduros que se hacen vida”(52).
Foto: Fig. 10
Este carácter prolífico que envuelve a Mayahuel lo podemos encontrar gráficamente en la simbología que ostenta en la lámina 16 del Códice Borgia (fig. 10), donde amamanta a un pez como signo de fecundidad, de abundancia, invocando la fertilidad amplificada. Los peces tienen la connotación de ser prolíficos en su reproducción. Respecto a la imagen de la diosa, ésta se muestra con los brazos a los lados semiextendidos. La parte de arriba del torso está de frente y la de abajo de perfil, solución plástica que nos permite observar sus pechos plenos y los pliegues en el vientre, lo cual indican su reciente parto. Así queda, pues, plenamente identificada la Gran Madre nutricia y fecunda. Asimismo, el torso semidesnudo no representa obstáculo para que el tlacuilo deje constancia de los delicados y no menos bellos ropajes y ornamentos. Lleva dos collares, uno de oro y otro de mosaico de turquesa adornados con cascabeles redondos áureos.
Su quechquemitl armoniza con su cueitl, ambos con la representación del agua, ribeteados con caracolillos, simbología acuática que alude el carácter fértil del numen. En el pelo, la banda de algodón sin hilar ichcaxochitl, con adorno de papel en forma de rosetón; y en la parte posterior de la cabeza el tocado de plumas preciosas y hojas de la palma zoyatl, zoyatemalli. Del manto típico de las diosas sólo se puede observar una pequeña porción abajo del tocado que indica de qué estaba hecho; en este caso es de piel de jaguar. Los cordones bicolores rematados en flores, con los cuales se adhería al cuerpo, se pueden observar abajo del antebrazo izquierdo.

Mayahuel, como Ayopechtli,
Fejérváry Mayer, 35
La pintura facial es blanca de tiza -como la luz lunar- con hule alrededor de la boca y dos pequeñas franjas negras paralelas debajo del ojo. La nariguera en forma de luna yacameztli es de oro, al igual que sus orejeras en las que se inserta un rollo de algodón. Complementan estos atavíos sus pulseras de turquesa con cascabeles redondos de oro y sus sandalias blancas que se sujetan a los tobillos mediante correas de piel adornadas de piedras preciosas. El color del cuerpo es amarillo de acuerdo con su carácter de diosa terrestre.
Finalmente, se muestra sentada cobre el icpalli con asiento de piel de jaguar que se refiere, como hemos relacionado, a la jerarquía y dominio de las diosas pero sobre todo a su aspecto de madre bienhechora. La planta de maguey, símbolo que la identifica, el cual de hecho es ella misma como se indica en el mito, se puede observar en otro plano, atrás del icpalli, lo que da cierta sensación de profundidad a la imagen. De esta diosa se tienen siete imágenes, todas ellas con la misma connotación.
Y puesto que Mayahuel es la fuerza que está en el maguey, las mujeres que nacían en el signo que presidía, tochtli, “conejo”, en el día ome tochtli “dos conejo” serían afectadas por el líquido fermentado del maguey, el pulque(53).

Mayahuel, arquetipo de la madre nutricia
Fejérváry Mayer, 28
Por otra parte, existe una asociación clara entre la mujer y el pulque en los códices. Conviene destacar en este punto que Mayahuel fue la inventora del proceso para sacar el pulque del maguey: “era mujer que comenzó y supo primero agujerear los magueyes, para sacar la miel de que se hace el vino, y llamábase Mayahuel”(54). Conocemos el término con el que se denominaba a los hombres que efectuaban esta actividad: Tlachiquero, ignoramos como se designaba a la mujer.
Está claro que, dentro de los elementos simbólicos del numen están aquellos invocadores de la fertilidad amplificada, la abundancia; además le corresponde el arquetipo de la madre nutricia. Ahora bien, derivado de lo anterior entendemos la simbología selénica de Mayahuel, que nos remite -como en el caso de Tlazolteotl- a la idea del ritmo en la fisiología de la mujer y en la fertilidad de la vegetación cuya fuerza o poder emana de la divinidad solidarizada con la luna.


Fuente: María de los Ángeles Ojeda Díaz y

Mayahuel en la veintena calendárica prehispánica mexihca

Por L. GONZÁLEZ CORTÉS 
12 Malinalli, fibra de maguey.
Malinalli, códice Borgia

Malinalli es el símbolo doceavo de la veintena calendárica. Se le conoce a este símbolo con el nombre de hierba torcida o torcedura de un lazo. La novedosa traducción que hago a este símbolo se basa en el hecho de que el símbolo representado en los códices esta formado por lo general por una mandíbula inferior de un ser humano al cual le surgen unas ciertas hojas largas de un vegetal. En mi humilde opinión creo que es la primera vez que al símbolo malinalli se le menciona como a la fibra de maguey. Vegetal en su estado seco o muerto, por eso la mandíbula con sus hojas largas torcidas.

En algunos mitos se cuenta que Quetzalcoatl hace resurgir al maguey con su sabiduría.

El maguey en su forma viviente se le llama metl sin embargo este no es el nombre con el que aparece en la veintena, ¿porqué? , en mi opinión es porque el maguey también tenía una gran utilidad después de estar vivo. Cuando se secan sus pencas surgen las fibras con las que se fabrica el mecate. Aunque estas fibras pueden extraerse de las pencas verdes. El mecate, mecatl en nahuatl, es el lazo o cordón que se usa como tendedero para colgar la ropa húmeda acabada de lavar. Las fibras del maguey también sirven para tejer costales y tapetes de un acabado un tanto burdo pero prácticos.

La deidad Malinalli llevaba un cordel de este material colgando en las manos. Si a malinalli se le traduce como hierba torcida es porque el lazo se fabrica torciendo las fibras del maguey. En algunos textos del siglo XVI se le menciona con el nombre de “cierta hierba” porque no conocían a que hierba se referían nuestros antiguos mexicanos.

En el calendario azteca o piedra del Sol, la contraparte o símbolo opuesto de malinalli es ehecatl, representante de Quetzalcoatl, metafóricamente su compañero sentimental. Malinalli es Mayahuel, el numen del maguey y Malinalxuchitl, la flor de malinalli  es una advocación de esta misma deidad. Esta dibujada con el símbolo genérico de la flor, la misma que representa a las flores de la toponimia de Xochimilco. La flor del maguey era en ese sentido la flor de flores por su gran tamaño al surgir del maguey maduro. Mayahuel es sacrificada al cortarla la larga flor de esta especie, para poder extraer la sabia embriagante, la bebida ritual por antonomasia de los mexicanos: el pulque. En consecuencia Mayahuel se transforma en Malinalli.

En un mito prehispánico se dice que Quetzalcoatl es embriagado con pulque y engañado por el amor de una bella mujer, razón por la cual sintiéndose avergonzado decide abandonar Tula y dirigirse hacia Coatzacoalcos o mejor dicho “Quetzalcoatl-co”.

Por eso cuando llega Hernán Cortés es presentado, por los confundidos mexicanos, con una bella mujer indígena llamada Mallinaltzin o mejor conocida como la Malinche, creyendo que este hombre del mediterráneo era el mismísimo  Quetzalcoatl.

Más adelante se analizará las asociaciones de ésta deidad con la sincrética Virgen de Guadalupe, imagen mítica elaborada en una superficie tejida de fibra del maguey: el ayate de Juan Diego.

“Mayahuel. La Diosa del Pulque”, imágenes de tradición

En esta exposición se mostrará el lado artístico de una deidad relacionada con la Tierra

TATIANA GOROSTIOLA | MÁS POR MÁS

 17 Jul 2012

“Mayahuel. La Diosa del Pulque”, imágenes de tradición
  • El pulque se ha representado en relieves tallados en piedra por los nativos de México desde el año 200 d.C. (FOTO: ESPECIAL)

Esta deidad está hermanada con otras como Tonantzin (madre de los dioses), Cihuacóatl (la patrona de las mujeres muertas en el parto) y Tlazoltéotl (la señora comedora de inmundicias).
También es considerada una diosa de la fertilidad, comparte atributos con Xilonen e Ilamatecuhtli, patronas del maíz y con Chicomecóatl, diosa de la tierra.
Por ello, el Museo Casa de Carranza presenta la muestra fotográfica “Mayahuel” rodeada con una ambientación de pulquería.
Las imágenes están fuertemente vinculadas con una bebida de trascendencia histórica para México, el pulque.
Maguey en náhuatl es metl, nombre vinculado con la voz mayauetl o mayahuel, diosa asociada con la planta misma y con la embriaguez.
La voz pulque proviene del náhuatl poliuhqui, descompuesto o echado a perder, pero en náhuatl se le sigue llamando octli, nombre genérico para vino o bebida embriagante.
Durante la época porfiriana, el consumo del pulque se generalizó entre la población mestiza y las pulquerías se multiplicaron.
Algunos viajeros de la época asentaron que en la Ciudad de México había casi una pulquería por calle.
Estos sitios eran atractivos centros de reunión en donde, al son de la música de guitarra, de arpa y de otros instrumentos, los parroquianos podían bailar, jugar a la rayuela, a los dados y a la baraja española.
Los nombres de las pulquerías eran por lo general muy pintorescos, como Las Preocupaciones de Baco, Las Buenas Amistades, Salsipuedes o El Porvenir.
El origen del pulque es desconocido, pero debido a que tiene una función primordial en la religión prehispánica muchas leyendas explican sus orígenes.
De acuerdo con las historias indígenas toltecas, durante el reinado de Tecpancaltzin, un noble llamado Papantzin descubrió cómo extraer el aguamiel de la planta de maguey.
A las personas que fabricaron el elexir se les denominó como “tlachiquero” (del náhuatl "rasguño") ya que tallaban las pencas de maguey para extraer su fino líquido.
En los tiempos prehispánicos, los aztecas consumían el pulque en las ceremonias religiosas y se le recomendaba a mujeres cercanas al parto y lactantes.
Lugar: Museo Casa de Carranza. Biblioteca Constituyentes de 1917.
Dirección: Río Lerma 35, esquina con Río Amazonas; Cuauhtémoc.
Horario: 9:00 a 18:00 horas. Hasta 2013.
Costo: Entrada libre.
20
Ilustraciones por las que se compone la exhibición que proviene de la Fototeca Nacional.
2013
Año en el que será retirada la exposición “Mayahuel. La Diosa del Pulque”. FUENTE: Instituto Nacional de Antropología e Historia
Octubre 18, 2012

http://www.maspormas.com

De Mayahuel a Tezcatlipoca: Historia del tequila

José Luis Orozco Martínez : jorozco@iteso.mx

Cuatro poetas, sentados en torno de una mesa, bebían vino.
- Dijo el primer poeta: “Creo ver con mi tercer ojo la fragancia de este vino revolotear en el espacio cual nube de pájaros en un bosque encantado”.
- El segundo poeta dijo: “Con mi oído íntimo puedo oír el canto de los nubilosos pájaros. Y la melodía me oprime el corazón, igual que la rosa blanca cuando aprisiona la abeja en sus pétalos”.
- El tercer poeta cerró sus ojos, y levantando la mano, dijo: “Los toco con mi mano. Siento sus alas que, como la respiración de un hada dormida, rozan mis dedos”.
- Entonces, el cuarto poeta se levantó, y alzando su copa, dijo: “¡Amigos míos! Soy demasiado corto de vista, de oído y de tacto. No puedo ver la fragancia del vino, ni oír su canción, ni sentir el batir de sus alas. No percibo sino al vino mismo. Por ahora, lo mejor será beberlo; tal vez agudice mis sentidos y me eleve hasta vuestras bienaventuradas alturas”. Y llevando la copa a sus labios, bebió hasta la última gota.
Y los tres poetas, con la boca abierta, lo miraron estupefactos, y en sus ojos había una sed antilírica de odio.
Gibrán Jalil Gibrán
Cuenta una antigua leyenda que en la región de Tequillán, habitada por los tiquilas, pertenecientes a la cultura tolteca, un viejo sabio, llamado “Achio Colli” que significa el primero de los abuelos, había oído en las narraciones de sus antepasados que los dioses encolerizados con los humanos, habían mandado sobre ellos una gran tormenta una tarde de verano. Durante la misma, un luminoso rayo de luz cayó con fuerza sobre unas plantas silvestres que abundaba en esos lugares. Con el calor del rayo, la plantas ardieron durante algunos minutos y al apagarse el fuego, las largas hojas de los magueyes se habían consumido, quedando solamente los corazones de las plantas, de los que brotaba un líquido lechoso que despedía un seductor aroma. Entre curiosos y asombrados, los indígenas bebieron el néctar y tan agradable les resultó al paladar, que atribuyeron el fenómeno a un milagro de sus dioses, que habían mostrado su perdón regalándoles una bebida que además de alimentarlos, les desvanecía las penas del alma.
El agave o maguey, planta recia y de espinosas hojas, creció de forma silvestre, en los agrestes páramos del altiplano de la América Septentrional; estas tierras pobres, rocosas y polvorientas, que precisan de mucho sudor para dar su fruto, abrigan en el centro de su corazón a Mayahuel, que con sus cuatrocientos pechos, daba el alimento a sus hijos.

“Mayahuel es el símbolo de la fertilidad de la tierra. Al ser convertida en maguey brindó a los hombres (mexicas) los dones necesarios para sobrevivir”.
Otra narración, del viejo “Achio Colli” y que quedó escrita en los códices, nos platica que Quetzalcóatl, Dios bueno y noble, enseñaba a los hombres en el jardín del Edén la sabiduría acumulada por los dioses durante siglos. Entre sus enseñanzas, transmitía a sus discípulos los secretos de la agricultura, la astronomía las artes y la medicina, lo que le dio fama y cariño entre los humanos. Esto le ganó el rencor y la envidia de Tezcatlipoca, que engañó a Quetzalcóatl y le dio una bebida que preparó del jugo que manaba del maguey asegurándole que le rejuvenecería el corazón y le aliviaría de sus penas. El buen Dios, aceptó beberla y por su efecto perdió la conciencia y cayó en un profundo sueño. Al despertar, Quetzalcóatl, se sintió profundamente arrepentido de su proceder y presa del remordimiento enterró todas sus posesiones y quemó su casa, perdiéndose así parte de su obra, iniciando luego una larga marcha, llegando hasta el mar, donde se perdió en el horizonte, hundiéndose en las profundidades del océano, creando de esta forma el día y la noche.
"Decían que él mismo (Tezcatlipoca) incitaba a unos contra otros para que tuviesen guerras . . . y que él solo daba prosperidades y riquezas, y que él solo quitaba cuando se le antojaba; daba riquezas, prosperidades y fama, y fortaleza y señoríos, y dignidades y honras, y las quitaba cuando se le antojaba;
"Achio Colli", en sus narraciones describe a Mayahuel volviendo fértil a la tierra para que diera sus frutos y a Quetzalcóatl, enseñándoles los secretos a los humanos para que los aprovecharan. Los dioses buenos y nobles que iniciaron con éxito el desarrollo de la cadena productiva del tequila. Tezcatlipoca, el dios envidioso y rencoroso que mostró el poder de su espejo negro para que el dios bueno se reflejara en el y viera todo su entorno conforme se lo reflejaba el espejo. Desde su nacimiento, la industria ha caminado entre Mayahuel y Tezcatlipoca, épocas doradas con la diosa, y épocas negras, reflejándose en el espejo humeante.
Tal vez, ninguna otra bebida en el mundo esté rodeada de tantos mitos y leyendas ni esté tan identificada con una cultura como el tequila. Probablemente el liquido lechosos de seductor aroma que saborearon nuestros antepasados era algo parecido al actual pulque o aguamiel, abuelo de nuestro tequila.
"Usaban varias especies de vino o bebida equivalente que hacían del maguey . . .el modo de hacer el vino de maguey, que era el más usual entre los mexicanos y es sin disputa el mejor de todos, era el siguiente: cuando llegaba el maguey común a cierta edad le castraban los pimpollo u hojas más tiernas del centro hasta descubrir cierta cavidad formada en la parte más interior y gruesa de dichas hojas; raíanles la superficie interior y extraían con un cañuto o calabazo largo y estrecho el jugo que destilaban las hojas en la cavidad, que es muy líquido y dulce . . . y lo guardaban hasta que fermentara, que venía a ser en menos de 24 horas.
Para abreviar la fermentación y darle mayor fortaleza, le mezclaban cierta hierba a la cual, por ese destino llamaban octpatli (medicina del vino). El color de este vino es blanco y el gusto algo áspero; tiene competente fortaleza y embriaga, pero no tanto como el vino de uva."
Los indios utilizaban el licor extraído del agave, no solo como una bebida embriagante, sino era parte de su consumo habitual, sobre todo entre los sacerdotes, nobles , viejos, enfermos y mujeres embarazadas, para sustituir el consumo de verdura que no acostumbraban. A los jóvenes les estaba prohibido emborracharse, aunque Fr. Bernardino de Sahagún, relata los innumerables excesos y los castigos infringidos a pesar de la prohibición.
La producción era en pequeña escala, casi para el consumo personal. No puede hablarse de que esta bebida haya sido objeto de producción masiva y las fuentes novohispanas mencionan apenas alguna insinuación de la comercialización.

"Otro día siguiente salimos por un camino, porque ya no parecía gente de la del día pasado, y por él fuimos a dar en tres o cuatro pueblos, donde no se halló gente ninguna ni otra cosa, si no eran algunas bodegas del vino que ellos hacen, donde hallamos asaz tinajas de ello."
Sin embargo, existen numerosas pruebas de la importancia que tenía el mexcal para su economía, pues de él no solo extraían el pulcre, sino lo utilizaban para fabricar prendas de vestir, calzado, bebidas y alimentos. Fue probablemente hasta el año de 1600, cuando se estableció la primera factoría formal para la fabricación del llamado vino mezcal. Aunque las fuentes no son muy precisas, se atribuye a el Señor Pedro de Tagle, marqués de Altamira, y caballero de la orden de Calatrava, que vino a establecerse a Tequila, la construcción de la primera fábrica en la Hacienda de Cuisillos, y el cultivo formal del agave alrededor de ella, introduciendo también el destilado a la bebida, proceso que no realizaban los indios, fomentando el proceso de mestizaje en la cultura. El tequila, es una bebida mestiza, tal vez por ello esté tan identificada con nuestros usos y costumbres.
Durante la colonia, el vino mezcal, sufrió pasando de Mayahuel a Tezcatlipoca. En 1608, El Gobernador de la Nueva Galicia y Presidente de la Real Audiencia, impuso los primeros gravámenes al vino mezcal, para financiar importantes obras públicas en la ciudad de Guadalajara. De hecho, el primer acueducto que tuvo la ciudad, fue construido con fondos provenientes de la recaudación impositiva a la producción del vino mezcal.
Durante el siglo XVII, el vino mezcal empezó a exportarse con éxito a la Madre Patria, sin embargo durante el reinado de Carlos III, se prohibió la importación a España y la producción en la Nueva España del mismo, para favorecer la producción y consumo de vinos y licores de España, y aunque ni la producción ni el consumo desaparecieron, si fue un duro golpe a la incipiente industria. No fue sino hasta el siglo XVIII, cuando ascendió al trono Fernando IV, en que la prohibición fue levantada y la producción y consumo del vino mezcal se popularizó entre los habitantes de la Nueva España.
La primera licencia para la manufactura del vino mezcal, la obtuvo en 1758, José Antonio Cuervo, para el consumo en la taberna del Cuervo, situada en Tequila. La Rojeña, es la primera fábrica que empezó a fabricar lo que ahora conocemos como tequila. A principios del siglo XIX, se empezó a dar el primer crecimiento importante en la industria, al establecerse fábricas como La Antigua Cruz, de Don Cenobio Sauza, que posteriormente cambió su nombre a la Perseverancia. También surgió Tequila Herradura, cuya fábrica original, convertida por sus dueños en un museo, podemos admirar hasta nuestros días. Otra fábrica establecida en esta época fue la de tequila Orendáin (Destiladora de Occidente). Todas estas fábricas se establecieron en la región de Tequila. En los altos de Jalisco, las primeras fábricas fueron Tequila San Matías (1886) cerca de Tepatitlán, y Tequila Centinela en Arandas en 1904.
Internacionalmente, el tequila empezó a conocerse durante el porfiriato; con el advenimiento de los ferrocarriles, algunos productores empezaron a exportarlo a los Estados Unidos. Este es el que podríamos llamar el primer Boom tequilero, que bajó como consecuencia de la revolución primero y de la prohibición en Estados Unidos una vez pacificado nuestro país. Tal vez fue durante la revolución mexicana, cuando el tequila se identificó como una bebida popular por excelencia. Las tropas tanto federales como revolucionarias, bebían tequila, para soportar las penurias de la guerra.
Durante la segunda guerra mundial, al convertirse la economía de los Estados Unidos en una economía de guerra, y al escasear las bebidas alcohólicas, se dio el segundo gran crecimiento en las exportaciones del tequila, que cayeron una vez terminada la guerra. Finalmente, durante la década de los noventas el tequila se empezó a poner de moda tanto en los Estados Unidos como en otros países, lo que propició el gran crecimiento que acaba de experimentar la industria.
No es el tequila la única bebida autóctona de nuestro país, ni la única que se produce del agave. La más conocida, es el mezcal, hermana del tequila, cuya única diferencia es el tipo de agave con que se produce, pero cuyo proceso es similar y que también goza de denominación de origen. Otras bebidas además del pulque y el aguamiel ya mencionados, son el sotol, el bacanora y la raicilla, fermentadas y destiladas de diferentes agaves e incluso de la raíz de los mismos, y aunque en algunas regiones, sobre todo rurales, gozan de mucha popularidad, es el tequila, la bebida mexicana por excelencia, la que se identifica con nuestra cultura.
Alzo mi copa y brindo, con tequila por supuesto, para que los claroscuros que nos cuenta “Achio Colli” en sus narraciones, y que hemos venido arrastrando hasta nuestros días, sean superados en el siglo XXI, porque Mayahuel siga alimentado con sus cuatrocientos pechos a sus hijos y porque Quetzalcóatl no vuelva a verse en humeante espejo negro de Tezcatlipoca. Brindo, pues, por el futuro desarrollo de la industria del tequila.